Piensen en las relaciones o personas significativas de su vida dijo Marcelo Martinez (el coordinador de la actividad)…y ahí comenzó el viaje; un viaje de conexión interna que, cuan mamushkas fuimos experimentando y atravesando nuestras propias capas hasta llegar a los orígenes de nuestras relaciones con personas significativas en donde a pesar de los años y los cambios, siguen estando muy vigentes constituyéndonos e incluso y porque no…. determinándonos. Los afectos, situaciones y personas que subimos a este viaje nos habían forjado de algún modo en nuestra esencia y origen. Entre mate y mate íbamos compartiendo y comentando nuestras experiencias. La apertura de cada integrante fue loable. Resultó que, de apoco y en cada instancia de la dinámica, entre buenos recuerdos, metas y deseos futuros; fuimos coincidiendo en valores o situaciones que nos forjaron, que forman parte de nuestro ADN. Fuimos encontrando como factor común o herencia de aquellos significativos para cada uno de nosotros, una especie de receta coincidente que de a poco fue moldeando nuestra identidad grupal; así fue que surgieron aspectos de esta identidad tales como: Confianza: Un activo valioso y fundamental en la base de nuestras relaciones. Trascendencia: que nos identifica como personas permeables al cambio, entendiéndolo como lo único permanente y aceptando haber sido llamados esta gimnasia emocional. Simpleza: para fortalecer vínculos, encontrar el bienestar de quienes nos rodean y el propio, focalizándonos en la gratitud. Lealtad: la base del tejido donde descansa el sentido de pertenencia y la conexión humana más allá de la filiación. Convicción: como fortalecedora de los lazos entre los miembros del grupo, que fomenta cohesión y trabajo en equipo. Inspiración: gran impulsora de la creatividad para el cambio y la mejora personal y grupal, que intentamos derramar en nuestras comunidades inmediatas y lugares en donde actuamos como agentes de cambio. Transcurrió el tiempo y nos fuimos dando cuenta que cada uno lleva en sí mismo un legado de valores que nos resuena a nivel grupal y se transforma en la esencia que nos envuelve y forman el propósito del club. La tarde cerro con un juego que puso a prueba nuestras destrezas y puntería y un sol cálido y testigo de una experiencia que sin lugar a dudas me había transformado, pues yo siento que de ese lugar salí diferente e indudablemente mejor. Gracias Euge Plaza (redactora)
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