Lo primero que debemos hacer es detectar el problema. La desmotivación en las personas se manifiesta en bajos rendimientos, climas laborales hostiles, incumplimiento de tareas, alta rotación de personal y ambientes tóxicos, entre otros problemas.
La falta de alineación entre los objetivos personales, grupales y los de la empresa puede llevar a la no consecución de cualquiera de estos, resultando en una desmotivación constante.
No podemos esperar que un equipo desmotivado brinde a la organización ese “5% extra” de esfuerzo en su gestión diaria, esfuerzo que muchas veces constituye el valor agregado que las empresas necesitan de su gente.
Como segundo punto, debemos establecer el objetivo que queremos alcanzar y entender que las estrategias de motivación que una empresa o sus líderes pueden implementar sobre sus colaboradores muchas veces no están ligadas a lo económico. Es fundamental aprender a "leer" lo que nuestros colaboradores esperan.
El último punto implica llevar a cabo todas aquellas acciones necesarias de motivación. Algunas de ellas pueden ser, humanizar las relaciones entre líderes y equipo, manteniendo al mismo tiempo una sutil firmeza en el lineamiento y los objetivos de Compañía.
Es crucial generar acciones que fomenten un sentido de pertenencia dentro de los equipos. Si los miembros del equipo no entienden su propósito dentro de la organización, les resultará difícil comprender por qué hacen lo que hacen.
Tampoco dejar de lado el apoyo económico al equipo dentro de las posibilidades de la organización. Pero si esto no puede darse, saber explicar con claridad y de manera objetiva los motivos.
Trabajar con un equipo verdaderamente motivado va más allá de los números y las métricas. Se trata de compartir un sentido de propósito y conexión, de sentirse parte de algo más grande que uno mismo. Un equipo motivado no solo se esfuerza por alcanzar metas, sino que también comparte alegrías, supera desafíos juntos y se apoya mutuamente en momentos difíciles.
La verdadera magia de trabajar con un equipo motivado radica en la sensación de camaradería y satisfacción que se experimenta. Es saber que no estás solo en el camino, que tienes compañeros de equipo que creen en ti y en tus habilidades. Esta conexión emocional fortalece los lazos entre los miembros del equipo y crea un ambiente de trabajo enriquecedor y gratificante.
En última instancia, trabajar con un equipo motivado no solo impulsa el éxito de la organización, sino que también enriquece nuestras vidas de formas que van más allá del ámbito profesional. Es una experiencia que nos nutre emocionalmente, nos llena de energía y nos inspira a alcanzar nuestras metas más ambiciosas, juntos.
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